Se trata de Bob Baer, quien sostiene que "es probable" que los archivos desclasificados por el Gobierno Donald Trump revelen posibles vínculos entre el líder nazi y nuestro país Leer más
Un joven que llegó a Estados Unidos desde Venezuela hace poco más de dos años contó que en ese período consiguió enviarle ayuda económica a su familia, que se quedó en su tierra, pero que la distancia con sus seres queridos le resulta muy dura y le hace que se sienta "un poco vacío". Por ello, se muestra esperanzado en poder regresar pronto. "No pienso quedarme aquí", indicó en un clip de redes sociales.Emigró de Venezuela a EE.UU. y le envía dinero a su familiaEn una entrevista con Luis Marcano (el tiktoker @luisito_vlog), el joven migrante relató que desde su llegada a Estados Unidos se esfuerza y trabaja duro para poder enviarle ayuda a su familia, que se quedó en su país natal, Venezuela. Por ello, consideró que a nivel laboral su vida en EE.UU. le resulta "excelente".Es venezolano y cuenta cómo es la vida en EE.UU.Según expresó, no le faltaron oportunidades para trabajar y lo hizo en diferentes rubros. "Me ha tocado echarle ganas a lo que sea", con tal de poder enviar dinero a sus seres queridos, dijo. Entre los trabajos que desempeñó hasta el momento mencionó que se dedicó "al roofing (trabajo como techista), al driver (chofer de aplicaciones)" y también en "una llantera".La distancia con la familia, lo más duro de emigrar a Estados UnidosAunque el inmigrante se mostró satisfecho a nivel laboral y por tener estabilidad económica en Estados Unidos, reconoció que el hecho de estar lejos de su familia es el mayor desafío. "En lo personal ha sido un poco fuerte porque tengo mi familia en Venezuela, está mi hija, mi madre, mi familia, pues", comentó. Y agregó que por ello se siente "un poco solo".La tecnología se convirtió en su aliada para salvar un poco esa distancia con sus afectos. "A veces llego a mi casa y veo a mi hija por una videollamada", relató.Sin embargo, aunque puede ver y hablar con su familia a través de las videollamadas, confesó que se siente solo en Estados Unidos y "dentro de mi corazón, un poco vacío".El sueño de regresar a Venezuela con su familia: "No pienso quedarme"Aunque muchos inmigrantes buscan establecerse en Estados Unidos a largo plazo, el joven venezolano dijo que su plan es diferente. "La verdad, al fondo de mi corazón, no pienso quedarme aquí en Estados Unidos", afirmó.En este sentido, remarcó que planea volver a su país lo antes posible: "Mi siguiente parada en el nombre de Dios Todopoderoso será Venezuela muy pronto con mi familia".Allí confía en que podrá salir adelante de cualquier modo. "Se puede, yo tengo de en Dios que sí, mientras le echemos ganas allá, aquí, en China, donde sea, vamos a salir adelante", concluyó.¿Cuántos venezolanos viven en Estados Unidos?Para diciembre de 2024, más de 7,89 millones de venezolanos se encontraban fuera de su país. La Oficina del Enviado Especial del Director General para la Respuesta Regional a la Situación de Venezuela (OSE), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que se trata del segundo desplazamiento más grande del mundo y de un crecimiento en el flujo "sin precedentes".Un reciente análisis del Instituto de Políticas Migratorias (MPI, por sus siglas en inglés) informó que, en 2023, aproximadamente 770 mil inmigrantes venezolanos vivían en Estados Unidos, menos del 2% del total de 47,8 millones de inmigrantes en ese país.
"Acá pasó el diluvio, ahora salió el sol, pero no sabés lo que era la calle. Nosotros estamos a mitad de camino, entre la sierra y el Río Santa Rosa", fue lo primero que dijo Cecile Charré al levantar el teléfono desde Villa Rumipal, localidad del Valle de Calamuchita, en la provincia de Córdoba. Aquel destino lo eligió en 2003, año en el que junto a su marido, Tito Bleuville, decidió dejar atrás la Ciudad de Buenos Aires para preservar su salud mental. "Cuando empezó a llover, yo estaba en la vereda con un machete recuperando troncos para la salamandra", lanzó, entre risas. La sierra se convirtió en su refugio y no lo cambiaría por nada en el mundo, sobre todo, porque allí -y a sus 75 años- todavía puede trabajar para las infancias con el mismo ímpetu con el que empezó hace más de 40 años. No solo tiene vocación, sino también talento, el mismo que la llevó a crear con sus propias manos a Wendy, una perrita con la que hizo Verano mágico, un ciclo infantil que se emitió en Canal 9. Además de producir sus muñecos, Cecile emite las voces y sonidos de cada uno de ellos. Es que no solo es ventrílocua, sino también polifonista (con la habilidad de emitir diferentes sonidos desde la laringe), don que descubrió cuando tenía 9 años. "Descubrí lo que tenía en la garganta, que podía hacer sonidos que los demás no hacían. Silbaba, aullaba, maullaba y hacía pájaros", contó."Y a los 27 años se me ocurrió hacer a la primera perra, a Wendy, la hermanita de Alfonso. En ese momento, me vio con Wendy en brazos Fernando Marín, que en ese momento tenía SuperShow infantil. Como terminaba, quería empezar otro programa, pero no tenía conductoras, entonces me enganchó. Yo era la mujer más tímida y más introvertida del mundo", se sinceró.Sin embargo, la timidez no fue un obstáculo para ella. Al poco tiempo, no solo estaba conduciendo Verano Mágico en vivo, sino que recibía invitados de circos todos los días y estaba rodeada de chicos. Además, los viernes tenía su propia obra de títeres.Pero el batacazo lo dio después, gracias a José de Zer, el periodista argentino reconocido por su trabajo para Nuevediario, el noticiero en el que se destacó por cubrir casos de ovnis. Un día se lo encontró en la calle y este se indignó porque Cecile estaba sin trabajo. "Mirá, andá a ATC. Te pedís la entrevista, te lo ves Alfredo Scalice (gerente general del canal en aquel entonces), que es amigo mío", le dijo el notero.Más tarde, Cecile llamó y, junto a Wendy, tuvo una entrevista con Scalice. Este llamó al director y doblajista Néstor D'Alessandro -la voz de Hijitus y la Bruja Cachavacha-, quien mencionó que aquella perrita ya había estado en canal 9. "¿No podés hacer otro perrito?", le consultó el gerente. Tras darle su afirmación, le repreguntó cuánto tardaría, a lo que ella aseguró que no más de una semana. "Yo estaba sola, con una hija en cada mano. Y la única plata que tenía en ese momento era para pagar la cuenta de luz", indicó Cecile. Sin embargo, decidió arriesgarse, ya que pensó que si todo salía bien, "aquel perro le iba a dar para muchas cuentas de luz". Así fue que el 15 de diciembre del 1981 nació Alfonso, el perrito que marcaría un antes y un después en quienes se prendían a Telejuegos, el programa infantil con mayor rating de la televisión argentina, que combinaba títeres con presentación de dibujos animados y que Cecile conducía junto a Claudia Cherasco. "A Alfonso lo vieron cuatro generaciones porque los chicos de Telejuegos lo venían a ver con sus papás y con los abuelos, así que ahí son tres generaciones. Y después, los hijos de aquellos chicos, que veían el ciclo y que hoy tienen entre 45 y 50 años, conocieron personalmente a Alfonso en presentaciones", indicó.A una semana del debut televisivo, Alfonso ya era famoso. Fue tal el cariño que generó en el público que hasta el día de hoy, cada cumpleaños, tanto de su perrito como suyo, recibe cientos de mensajes a través de Facebook, red social que habitualmente usa. "Me hacen llorar a moco tendido", dijo. Aunque era su sustento de vida, para Cecile ir al canal significaba mucho más que trabajar. Es que además de que amaba lo que hacía, sabía el impacto que podía generar en los niños que la veían, motivo por el cual más tarde decidió abandonar el ciclo. "Los chicos eran escenografía gratis y yo me negué a seguir poniendo la cara. No los podían tener sentaditos en el pasillo durante horas. Estaban ahí con toda la ansiedad y les decían que vinieran otro día porque no había lugar", aseveró. La salida de Cecile significó el final de Telejuegos (que hasta ese entonces no marcaba menos de 25 puntos de rating). Pero no ocurrió lo mismo con su amor por los más chicos, ya que siempre encontró el modo de seguir trasmitiéndole alegría a las infancias. Ya en Córdoba, hacía funciones con su marido, también artesano juguetero, quien falleció de cáncer hace dos años. Junto a él conformaba el equipo perfecto. "Tito hacía las cabezas y todos los mecanismos internos de los muñecos de ventriloquia, es decir, la estructura de madera del cuerpo y las manos. Yo hacía toda la tapicería del cuerpo, las pelucas y los vestuarios", explicó. Cecile y Tito lograron convertir su casa en un museo, donde además de tener su taller, se conservan y atesoran miles de juguetes. "La casa del titiritero" -como se puede encontrar en Google Maps- está abierta a la comunidad y allí se pueden encontrar los dulces que ella prepara y vende. Minutos antes de finalizar la entrevista, irrumpieron los ladridos del perrito que la acompaña hace nada más ni nada menos que cuatro décadas. Pero, ¿qué significado tiene Alfonso en su vida? "Es mi socio", cerró.
Su liberación requirió una cuidadosa maniobra que fue registrada en imágenes y generó múltiples reacciones en redes sociales
La Procuraduría a través de un boletín de prensa emitido en la mañana del 1 de marzo de 2025, solicitó a la secretaria distrital del hábitat, y a la directora del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), la entrega de informes detallados sobre las actividades adelantadas para la protección de las mascotas
Artista perseverante, como él mismo se define, Ángel Carabajal cumple dos décadas de trayectoria y lo celebra en 20 años con el arte, el espectáculo más premiado en los premios Carlos 2025: se llevó cinco estatuillas de las 12 categorías en la que estaba nominada. El show se presenta en el Espacio Mónaco de Villa Carlos Paz, en compañía de Marcelo Iripino, Pablo Lozano, Facundo Toro, Nacho Prado, Lucas Cerazo y Los Nombradores del Alba.Sus veinte años con la música y la danza autóctonas coinciden con la aparición de su biografía, Ángelo, seamos felices, el resto viene solo, de Sergio Oviedo, una historia de autosuperación inspirada en su infancia en la ciudad de Oncativo, Córdoba y sus inicios en el mundo del espectáculo.En diálogo con LA NACIÓN, Carabajal repasa su vida y anuncia lo que será su próximo gran show, Ángelo, un musical autobiográfico, producido y dirigido por él.-¿Cómo se celebra 20 años con el arte en un solo espectáculo?-Es una iniciativa que se generó acá mismo, en Oncativo (Córdoba), de donde yo soy, en una de las fiestas más populares que tenemos, la Fiesta Nacional del Salame. Si bien hacemos esto desde muchos años antes, tomamos como referencia el momento en que nos empezamos a profesionalizar. Y para festejarlo tomamos un poco de los mejores shows que hicimos hasta ahora: algo de América show, un poco de Un cacho de mi vida, con muchas canciones de Cacho Castaña; un poco de Haydée, un show que hicimos para Europa en homenaje a Mercedes Sosa, y nuestro clásico Bien argentino, el show que nos ha hecho trascender. Así que reunimos lo mejor de esos cuatro espectáculos en uno solo, lo que hace que sea muy dinámico, muy variado y entretenido, con una puesta teatral que, a nivel técnico, es la más importante del país.-A 20 años de aquel debut profesional, ¿recordás cómo fue ese primer show?-Fue en el teatro Victoria, en la ciudad de Oncativo, zapateando el malambo y también otros ritmos como el rock y la salsa, que desde un comienzo transformaron nuestro espectáculo en algo diferente. Si bien nosotros venimos de la danza folklórica, del malambo, partimos de esa base para incorporar esos otros ritmos que sorprendieron al público. Al comienzo nos veían bailar gato, chacarera, zamba y escondido, que son las danzas tradicionales que uno empieza en la academia, pero cuando sumamos otros ritmos y los músicos en vivo, fue algo especial. Ahí empezó todo.-¿Fueron criticados por incorporar otros ritmos?-Sí, nos pegaron un poco los más tradicionalistas, pero no fueron más críticas de las que ya nos imaginábamos, porque desde un comienzo apuntamos a un público no tan conservador, que le gustara el folklore en sus otras versiones, algo generacional. Hasta hacíamos un malambo en el agua; llenábamos una pileta en vivo, chapoteábamos ahí y la gente se enloquecía. Fue un boom. Hacíamos un circo en el agua con el malambo y generó un impacto visual que nos hizo trascender muchísimo. Primero nos criticaron, pero al final todo el mundo quería estar.-¿Esa referencia al circo es una búsqueda deliberada?-Sí, ese es nuestro camino, el recorrido que estamos haciendo, no literalmente el circo, pero sí referentes como el Cirque du Soleil, espectáculos de Las Vegas o de Broadway. Si bien somos de Oncativo y venimos de una academia de danza, los sueños son grandes y creo que estamos en camino. A pesar de los 20 años somos muy nuevos todavía, tenemos una buena base y estamos trabajando mucho en Angelo, nuestra próxima producción, que creo va a dar el salto. Buscamos siempre el máximo nivel.-El aniversario coincidió con la aparición de tu biografía, Ángelo, seamos felices, el resto viene solo, de Sergio Oviedo.-Sí, lleva el nombre de esta obra que estamos creando, un personaje mío que habla de muchas cosas de mi vida, con un mensaje esperanzador. Es un musical bastante ambicioso, nuestra próxima gran apuesta, donde vamos a volcar toda nuestra experiencia y más también. Aún no tenemos fecha de estreno, estamos trabajando mucho en las canciones con la idea de estrenarlo a finales de este año o principios de 2026.-Es llamativo publicar una biografía con apenas 42 años. ¿Cómo surgió la idea?-Es que mi historia artística nace desde que me fui a trabajar a la calle. De chico, mi sueño era ser alguien y el arte de alguna manera me ayudó a insertarme en la sociedad. Yo tomé esa mano que me dio la danza para posicionarme y de alguna manera es un reconocimiento a mi historia.-¿Y cómo fue esa infancia en Oncativo?-Bueno, yo nací en un hospital de Córdoba Capital y por cuestiones de mis padres, que estaban separados, él era alcohólico y ella epiléptica, fui abandonado, quedé como tiradito en la casa. Entonces, cuando mi mamá vino hasta Oncativo y le contó a mi abuela, ella salió a buscarme desesperadamente a Córdoba y ahí me encontró bastante desnutrido. Finalmente, con el apoyo de los vecinos, que le ayudaron a montar su casa con muebles prestados, para que la asistente social se llevara una buena impresión, consiguió la tenencia. Así, a partir del año y medio empecé a vivir en Oncativo con mi abuela. Ella era muy humilde y salíamos a la calle a pedir casa por casa. Me la pasé pidiendo hasta los 10, 11 años, cuando empecé a trabajar. Todo eso lo cuento arriba del escenario: los rótulos de la sociedad, los prejuicios, la diferencia, la discriminación que hacemos naturalmente cuando se nos presenta alguien de la calle. Lo llevo al contexto teatral cada noche y la gente se emociona, porque lo cuento en primera persona; a mí no me lo contaron, yo lo viví. No es una cuestión de victimizarme, hoy estoy en otro lugar, pero me gusta contarlo para que esto pueda ayudar a muchos chicos o sirva para cambiar un poquito la percepción de cómo somos cuando nos cruzamos con gente de la calle y tendemos a discriminarlos simplemente porque no está en nuestra línea.-Otro dato que surge de tu biografía es que jugabas al fútbol en el Club Unión de Oncativo hasta que descubriste la danza por una chica que te gustaba. ¿Cómo fue?-Exacto, cuando tenía 11 años me anoté en la Escuela Municipal de Danza de Oncativo porque había una nena que me gustaba. Después me empezó a gustar mucho más la danza que la nena y ahí fue donde me posicioné en esto de querer instalarme con el arte en la sociedad y no dejarlo más. Son esas cosas mágicas que no elegís, sino que te encontrás, te tocan. Yo no habría elegido nunca la danza, pero con toda la vergüenza del mundo terminé yendo a la academia por esa nena. Al final dediqué a eso toda mi vida.-¿Cómo seguiste tu formación?-La danza me empezó a apasionar, empecé a estudiar y bailar con otros ballets de Córdoba Capital y a los 15 años arranqué una travesía como mochilero al Sur, para aprender las danzas de allá. Yo pensaba que cuanto más al sur me fuera, más genuinas serían las danzas, pero después me enteré de que se llamaban danzas sureñas a las danzas del sur de la provincia de Buenos Aires. ¡Y yo me fui a dedo hasta Ushuaia! Estuve viviendo un año en Caleta Olivia, ahí en Santa Cruz, pero no estaba la danza sureña que yo buscaba. Entonces volví a Oncativo, porque mi abuela estaba muy enferma. Estuve un tiempo ahí y arranqué de nuevo de mochilero para el Norte porque quería aprender danzas norteñas. Ahí sí aprendí mucho viajando por Salta, Santiago, Jujuy. Hice como un posgrado en el mismo lugar donde se bailaban. Y mientras tanto iba viviendo. Como me crie pidiendo, para mí pedir un laburo, trabajar de cualquier cosa me era muy fácil. Tenía esa cosa de ser simpático y amable que me abría muchas puertas y se fueron generando historias de amistades por todo el país, amistades que sigo teniendo.-Te hiciste en la escuela de la calle...-Sí, la calle es la gran escuela. Obviamente que no es recomendada. Yo tengo mis hijos (Felipe, de 12 y Gino, de 17) y no los mandaría a la calle por nada. Pero así y todo, la calle es la gran escuela, te enseña las realidades de la vida. Por lo menos a mí me enseñó a entender la sociedad. Eso de golpear tantas puertas. Bastaba que te abrieran y ver cómo te miraban para entender si iban a colaborar con vos o no; todo eso ya lo descifraba. Cuando hoy me siento a hablar con empresarios me sigue sirviendo todo ese aprendizaje de mirar a los ojos y saber si va por ahí o no. Aprendí ese atrevimiento de hablar sin ningún problema, porque vengo de un lugar donde la vergüenza no existía. Quien tenía vergüenza se quedaba sin nada, literal.-Cuando mirás hacia atrás, ¿qué reflexión hacés sobre estos 20 años de carrera?-Para mí es hermoso mirar para atrás, porque mirar atrás es alabar esa magia que me ayudó a estar donde estoy ahora, un presente soñado. Todo lo que puede llegar a soñar un niño de la calle cuando no tiene un pedazo de pan para comer, literalmente inalcanzable. Hoy me acuerdo de esos pensamientos y me llena de felicidad y de orgullo. También me genera mucho entusiasmo para seguir creciendo, porque pienso que si pude llegar hasta acá puedo ir mucho más allá. No podría hablar de la forma cómo hacerlo: yo me levantaba a la hora que me levantaba y salía a buscar la vida como salía, pero siempre sentí que había algo mágico más allá. Una magia eterna que me generó el entusiasmo de salir a buscar todo lo que se dio. Después de mil no, un sí, después de otros mil no, otro sí. Y esos sí fueron repuntando. Siempre busqué la felicidad antes que todo, creyendo que el resto iba a venir solo, y el resto fue llegando.
Mario Poggi vivió hasta los 42 años como un criminólogo ilustrado, formado en Bélgica y con métodos innovadores. La policía de Perú lo convocó para que lograra la confesión del supuesto "descuartizador de Lima", acusado del crimen de veinte mujeres. En el cuarto encuentro, decidió ahorcarlo con un cinturón. Estuvo detenido y luego de ser liberado por buena conducta, se transformó en un "arlequín melancólico"
El Ángel de la muerte fue detenido por los aliados cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, pero fue liberado. Es que por entonces no se sabía de los hechos inhumanos que había cometido. Cuando lo buscaron escapó hacia el Cono Sur, pasó por Argentina, Uruguay, Paraguay y murió en Brasil