Una investigación reciente, consultada por Women's Health, destaca la diferencia sustancial de partículas plásticas presentes en esta bebida según el envase y motiva a replantear los hábitos de hidratación cotidiana
Rutinas diarias como calentar recipientes para servir comidas y bebidas pueden facilitar la presencia de diminutas partículas en los alimentos. Los consejos de expertos
El primer estudio realizado con muestras humanas reveló que estas diminutas partículas pueden alterar el microbioma intestinal y favorecer procesos inflamatorios. Cómo reducir la exposición. Leer más
*Por Ally Hirschlag, Martha HenriquesNo los ves, pero están ahí: cientos de minúsculas partículas de plástico están en tu cocina. Por ejemplo, en una sartén caliente, estos indeseables huéspedes se licúan, filtrándose en los alimentos antes de solidificarse de nuevo al enfriarse en el plato. Y no solo están allí: sin darte cuenta, los podés estar comiendo constantemente.Estos intrusos en nuestros alimentos son microplásticos y nanoplásticos, partículas de menos de 5 mm o entre 1 y 1000 nanómetros, respectivamente.Pero ¿cómo llegan a nuestros alimentos? Y, en un mundo inundado de trozos de plástico, ¿qué podemos hacer para reducir la exposición en nuestra dieta?Si observas tu cocina con más atención, empezarás a reconocer por dónde entran los microplásticos en nuestras comidas. Se desprenden de la espátula que usás para preparar el desayuno, se filtran de la botella de agua de plástico que metés en la mochila de tu hijo y flotan en la taza de té de tu escritorio. También están enterrados en los alimentos que consumimos, desde las hamburguesas hasta la miel.Una vez que empezás a buscarlos, los puntos de exposición a los microplásticos son tantos que puede resultar abrumador. Pero también es posible hacer cambios para reducir la cantidad a los que estamos expuestos en nuestras cocinas."Hay muchas opciones fáciles de abordar en casa", dice Sheela Sathyanarayana, docente de Pediatría y profesora adjunta de Ciencias Ambientales y de la Salud Ocupacional en la Universidad de Washington y el Instituto de Investigación Infantil de Seattle."Creo que les da a las personas una sensación de control sobre sus propias vidas, porque efectivamente tenemos más control de lo que pensamos", afirma.AlimentosLos microplásticos se encuentran en frutas y verduras, miel, pan, lácteos, pescado y carnes, desde hamburguesas hasta pollo. Se encuentran en las yemas de los huevos y también en las claras.Un estudio realizado en 109 países reveló que la cantidad de estos plásticos que las personas consumían habitualmente en 2018 era más de seis veces superior a la de 1990.Los microplásticos pueden llegar a nuestros alimentos cuando las plantas los absorben por las raíces y los animales al alimentarse."Si cultivás en un terreno que antes era industrial y el suelo está contaminado, existe la posibilidad de que esas plantas acumulen los contaminantes", afirma Sathyanarayana.Una vez cosechados los cultivos, hay muchas más posibilidades de contaminación durante el procesamiento, ya que "las fábricas utilizan una gran cantidad de plástico para ser eficaces y tener un alto rendimiento de sus productos".En el caso de algunos alimentos, es posible eliminar parte de los microplásticos antes de consumirlos.Un estudio realizado en Australia reveló que las personas consumían habitualmente entre 3 y 4 mg de plástico por ración de arroz casero y hasta 13 mg por ración de arroz precocido.Los microplásticos estaban presentes tanto en el arroz envasado en papel como en plástico. Sin embargo, los investigadores descubrieron que enjuagar el arroz reducía la cantidad de microplásticos entre un 20 y 40%.Lavar la carne y el pescado también puede reducir los microplásticos, pero no eliminarlos.Para otros alimentos, enjuagarlos es imposible. La sal suele contener microplásticos debido a la contaminación en los puntos de extracción y procesamiento.Un estudio de 2018 reveló que 36 de las 39 marcas de sal analizadas contenían microplásticos. La sal marina presentó los niveles más altos de microplásticos, probablemente debido a la alta contaminación por microplásticos en lagos, embalses, ríos y océanos del mundo.Tanto Sathyanarayana como Annelise Adrian, funcionaria sénior del programa del equipo de ciencias de plásticos y materiales del Fondo Mundial para la Naturaleza, abogan por cambiar a alimentos frescos e integrales o, como mínimo, evitar los ultraprocesados â??â??siempre que sea posible."Cuanto más ultraprocesado sea un alimento, mayor será la probabilidad de que presente una alta contaminación por plástico, debido a los numerosos puntos de contacto en la fábrica que lo elabora", explica Sathyanarayana.Reducir la cantidad de plástico en la cadena alimentaria requerirá más que cambios en nuestras cocinas."El plástico es un material bueno y barato", afirma Vilde Snekkevik, bióloga marina e investigadora de microplásticos en el Instituto Noruego para la Investigación del Agua. "El problema es que lo estamos usando en exceso. Está en todas partes".El aguaYa sea del grifo o de una botella, el agua es otro punto de exposición notable a los microplásticos.Un estudio reveló que el simple acto de desenroscar la tapa de una botella de plástico aumentaba drásticamente la cantidad de microplásticos presentes en el agua que contenía: con cada giro, se generaban 553 partículas por litro."Se están publicando estudios que demuestran que hay muchos más microplásticos y nanoplásticos en el agua embotellada de lo que se creía", afirma Adrian.Los microplásticos también se encuentran comúnmente en el agua del grifo. Un estudio realizado en Reino Unido los encontró en 177 muestras analizadas, sin diferencias apreciables en la concentración de microplásticos con respecto al agua embotellada.Hallazgos similares en China, Europa, Japón, Arabia Saudí y Estados Unidos sugieren que se trata de un problema mundial.Pero si se tiene la opción, beber agua del grifo puede ser una mejor manera de reducir la exposición a los microplásticos, siempre que el suministro sea seguro.Adrian afirma que invertir en un buen filtro marca una diferencia notable. Incluso uno simple de carbón, como el que se encuentra en una jarra de agua con filtro, puede eliminar hasta el 90% de los microplásticos.Sin embargo, nada de esto sirve de mucho si se planea añadir una bolsita de té con plástico para preparar dicha infusión, puesto que se pueden liberar alrededor de 11.600 millones de microplásticos y 3100 millones de nanoplásticos en la taza.El plástico se suele utilizar en pequeñas cantidades para sellar bolsas que, de otro modo, estarían hechas de papel.Empaques y contenedoresAdemás, está el plástico con el que se envasa gran parte de nuestros alimentos."Los alimentos almacenados en plástico inevitablemente contienen microplásticos", afirma Adrian. "Esto también incluye las latas de aluminio revestidas de plástico".Un estudio australiano descubrió que con solo abrir un envase de plástico se libera una gran cantidad de microplásticos. Ya sea con tijeras, rasgando un paquete con las manos, cortándolo con un cuchillo o girando la tapa, se pueden generar hasta 250 microplásticos por centímetro.La edad de un envase de plástico también puede influir. Un estudio realizado en Malasia analizó cuencos reutilizables de melamina y descubrió que, después de 100 lavados, la liberación de microplásticos era mucho mayor que después del primer lavado. (Otros materiales, como la silicona, también pueden comportarse de forma diferente con el tiempo).Incluso si la comida solo permanece en un recipiente durante un breve periodo, existe una amplia posibilidad de contaminación. En China, un estudio sobre microplásticos presentes en diferentes tipos de recipientes de comida de restaurante para llevar estimó que las personas que compraban entre cinco y diez veces al mes, podrían estar consumiendo entre 145 y 5520 microplásticos.Elementos de cocinaAhora que sacamos la comida de su envase o recipiente, viene la preparación. Y el punto de partida de muchos platos es la tabla de cortar.Un estudio analizó incisiones individuales hechas en una tabla de cortar y estimó que se podían generar entre 100 y 300 partículas microplásticas o nanoplásticas por milímetro de corte.Un estudio de 2023 descubrió que un tipo de tabla hecha de polietileno liberaba entre 7,4 y 50,7 gramos de microplásticos al año. En el caso de una de polipropileno eran alrededor de 49,5 gramos al año. Para contextualizar, 50 gramos equivalen aproximadamente al peso de una generosa porción de cereales para el desayuno.Cabe destacar que este fue un estudio pequeño y la liberación de microplásticos variaba según el estilo de corte de cada persona, así como entre los tipos de tabla. Una liberación de plástico de tal magnitud dejaría la tabla de cortar hecha trizas tras unos pocos años de uso."Empezás a mirar y te das cuenta de que sí, claro que puedo ver (las muescas) en la tabla", dice Snekkevik, quien publicó en 2024 un análisis sobre las fuentes de microplásticos en la cocina. "Entonces, ¿adónde fue a parar el plástico? Debió de ir a alguna parte".A veces, va directamente a la comida picada. En Emiratos Árabes Unidos, investigadores informaron en 2022 que la carne comprada en una carnicería y en un supermercado contenía microplásticos procedentes de tablas de cortar de plástico. Estos microplásticos se fundían al cocinar la carne y luego se solidificaban de nuevo al enfriarse.Los investigadores descubrieron que lavar la carne a fondo durante tres minutos reducía pero no eliminaba los microplásticos que contenía. El análisis de una tabla de carnicero usada estimó que se habían perdido 875 gramos al final de su vida útil.Los utensilios de cocina antiadherentes también pueden liberar entre miles y millones de partículas de microplásticos por uso, incluso si son nuevos.Del mismo modo, los tazones de plástico y las licuadoras liberan partículas con cada uso. Batir hielo durante 30 segundos, por ejemplo, libera cientos de miles de microplásticos.A veces se sugiere la silicona como una alternativa más segura a los utensilios de plástico, pero Adrian afirma que no hay pruebas concretas de que libere menos microplásticos. "Si bien la silicona es técnicamente más estable y soporta temperaturas más altas que los plásticos de un solo uso, los problemas no se evitan por completo", afirma.Dicho esto, teniendo en cuenta su estabilidad, ella sí utiliza algunos utensilios de silicona en su propia cocina.Snekkevik señala que la silicona se degrada a temperaturas muy altas. "Así que, sin duda, es una buena alternativa y requeriría un poco más (que el plástico) para fragmentarse. Pero no me sentiría cómoda diciendo: 'Sí, opten por la silicona'", dice Snekkevik.Otras alternativas para algunos utensilios de cocina son el vidrio y el acero inoxidable, señala.También existen bioplásticos basados â??â??en la química verde, diseñados para biodegradarse (a diferencia del plástico tradicional) tanto en el medio ambiente como en el cuerpo."En esencia, el cuerpo ha evolucionado para metabolizar biomateriales y no para metabolizar materiales sintéticos", afirma Paul Anastas, profesor de Química Aplicada para el medio ambiente en la Universidad de Yale en New Haven, EE.UU.Anastas afirma que la química verde nos permite crear materiales plásticos con menos riesgos. "Es benigna por diseño", afirma.Sin embargo, muchos plásticos, como las pajitas de ácido poliláctico, se han promocionado como biodegradables, pero resultaron no serlo. A veces, estos plásticos simplemente se fragmentan más rápido en microplásticos, explica Snekkevik: "No son todavía la alternativa perfecta y dorada".CalorAhora que los ingredientes están preparados, es hora de cocinar.En cuanto al calor, cuanto más calientes se ponen los plásticos, más microplásticos tienden a liberar.Un estudio descubrió que los recipientes de plástico calentados en el microondas durante tres minutos podían liberar hasta 4,22 millones de microplásticos y 2110 millones de nanoplásticos en un solo centímetro cuadrado de plástico.Usar recipientes similares en el refrigerador también puede liberar de millones a miles de millones de microplásticos y nanoplásticos, pero durante un período mucho más largo de seis meses, según el estudio.Poner una bebida caliente en un vaso de plástico desechable también genera microplásticos.En todos los tipos de vaso, la contaminación era menor cuando el contenido estaba frío.Al examinar los vasos posteriormente, los investigadores descubrieron que el contenido caliente había dañado la superficie del plástico.La limpiezaTerminada la comida, ahora toca lavar los platos.Las esponjas de cocina desechables son otra fuente de microplásticos y nanoplásticos. Entre las que tienen una superficie más dura y otra más blanda, las primeras presentan un mayor riesgo de desprender microplásticos.A medida que se desgastan, las esponjas de cocina pueden liberar hasta 6,5 â??â??millones de microplásticos por gramo. Añadir detergentes y otros productos de limpieza a una esponja puede hacer que esta libere aún más microplásticos.En el caso de otros productos de limpieza de plástico comunes, todavía hay muy poca investigación sobre su liberación de microplásticos.Si los paños de microfibra liberan microplásticos durante la limpieza era un tema de investigación poco estudiado cuando Snekkevik y sus colegas publicaron su estudio en 2024.Sin embargo, es bien sabido que los textiles sintéticos desprenden grandes cantidades de microplásticos y se cree que son una de las principales fuentes de contaminación plástica en el océano.¿Qué hacer con una cocina llena de plástico?Snekkevik recomienda no tirar todos los utensilios y electrodomésticos de plástico de la cocina por impulso. "Incluso después de escribir este artículo, todavía tengo algunos artículos de plástico en mi cocina", afirma. "No voy a tirarlo todo y decir que ya está".Una estrategia es centrarse en los artículos que muestran signos evidentes de daño, como cualquier cosa visiblemente raspada, cortada, descascarada o derretida. Cuando parezca que es hora de cambiar el artículo, Snekkevik dice que generalmente se debería elegir un reemplazo sin plástico."Pero yo no revisaría mi cocina y lo tiraría todo ahora mismo, porque esa tampoco es necesariamente la forma más ecológica de hacerlo".Más allá de tu platoLos alimentos y las bebidas pueden ser la vía más directa por la que los microplásticos entran en nuestro sistema digestivo, pero aún no está claro qué efecto tienen en nosotros.La investigación hasta la fecha sobre los efectos de los microplásticos en la salud intestinal no es concluyente y se han realizado pocos estudios en humanos.Algunos científicos han sugerido que podrían alterar los microorganismos que habitan en nuestros intestinos o que algunas de las partículas más pequeñas podrían incluso pasar al torrente sanguíneo.Parte de este material extraño podría simplemente alojarse en nuestro cuerpo."Se han detectado plásticos de origen fósil, en sus formas micro y nano, en prácticamente todos los órganos estudiados, incluyendo las arterias, el cerebro, la sangre, la placenta y los testículos", afirma Anastas.Es posible que gran parte del plástico que llevamos dentro no cause problemas de salud, afirma Sathyanarayana: "Se podría argumentar que las partículas pueden alojarse en un lugar y permanecer inertes allí".Adrian añade que tampoco hay consenso sobre cuánto tiempo permanece el plástico en el cuerpo ni sobre si se acumula con el tiempo. Por lo tanto, los microplásticos que ya hemos consumido y bebido hoy podrían no estar destinados a permanecer en nuestro cuerpo para siempre.De hecho, se ha observado que al menos algunos de los microplásticos que consumimos habitualmente salen directamente por el otro extremo.
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Investigadores advierten que la exposición a partículas de plástico diminutas altera la médula ósea y debilita los huesos, sumándose a los factores de riesgo de esta enfermedad
Estos fragmentos de plástico diminutos se encuentran en todos los rincones del planeta, desde la cima del Everest hasta la cadena alimentaria humana, afectando ecosistemas y la salud. Leer más
El estudio alerta la exposición a estos contaminantes desde el vientre materno y plantea interrogantes sobre el consumo de plástico y sus efectos
El actor británico promovió un costoso método que promete eliminar elementos nocivos del cuerpo.Expertos de la salud advierten sobre los riesgos del tratamiento, su falta de evidencia científica y la imposibilidad de purificar el organismo en un contexto de contaminación global.
Healthday Spanish
A pesar de que el envase no está hecho de PET, puede contener grandes cantidades de estas partículas
Un equipo universitario apuesta por convertir restos de cultivos de hongos en una herramienta accesible y natural que ayude a limpiar fuentes hídricas contaminadas, ofreciendo alternativas reales frente a costosos tratamientos industriales
Estas pequeñas partículas, que minen menos de 5 milímetros, provienen de la descomposición de plásticos más grandes como envases, botellas, ropa sintética o productos cosméticos
Son fragmentos menores a 5 mm por lo cual el impacto en el ambiente y en los humanos no es visible a los ojos. La única solución para esta amenaza es comenzar a reemplazarlos por productos biodegradables. Tres emprendimientos.
Los resultados muestran que las partículas plásticas superan las barreras biológicas hasta alcanzar órganos y fluidos fundamentales, aunque aún se desconocen las implicaciones para la salud reproductiva
Nuevos estudios revelan que alimentos procesados y envases de vidrio también liberan partículas diminutas que terminan en nuestro cuerpo
Las más recientes evidencias médicas sostienen que el impacto de los ultraprocesados va más allá de lo metabólico, con microplásticos que cruzan de la sangre al cerebro y plantean desafíos urgentes para la salud pública moderna
El estudio podría cambiar el sistema de embotellado mundial debido a estos resultados
No existe evidencia científica de que esta técnica pueda eliminar realmente los residuos tóxicos del cuerpo
Consultamos a expertos sobre cómo minimizar la exposición a los microplásticos y qué tan preocupados deberían estar por sus efectos en la salud.
Un estudio del CSIC ha recogido muestras que superan las 6.000 partículas por kilo de sedimento en el interior de las colonias de coral, cifra muy superior a la de otros puntos del Mediterráneo
Los microplásticos que contienen los alimentos ultraprocesados se acumulan en el cerebro en "cantidades alarmantes".Está causando un aumento global de tasas de depresión, demencia y otros trastornos de salud mental.
NUEVA YORK.â?? Titulares recientes han generado preocupación por los microplásticos en el organismo y el daño que podrían estar causando.Los científicos afirman que podrían pasar años antes de que comprendamos plenamente cómo estas diminutas partículas de plástico afectan a la salud humana, pero sabemos que se han encontrado desde en las profundidades de la fosa de las Marianas hasta en las alturas del Everest. También sabemos que el plástico se acumula en nuestros cuerpos."El aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemosâ?¦ están ahí", dijo Richard Thompson, biólogo marino de la Universidad de Plymouth, quien acuñó el término "microplásticos" en un artículo de 2004. "Estamos expuestos".¿Qué son?Los científicos suelen definir "microplásticos" como trozos de menos de 5 milímetros de longitud. Los nanoplásticos, que miden menos de 1 micrómetro, son los más pequeños y los que tienen más probabilidades de introducirse en nuestra sangre y tejidos.Los microplásticos provienen sobre todo de otros plásticos más grandes que se degradan con el uso o cuando no se descartan adecuadamente, explicó Jeffrey Farner, profesor adjunto de ingeniería civil y medioambiental en la Facultad de Ingeniería de la Universidad A&M de Florida y la Universidad Estatal de Florida."Usamos plásticos en zonas o de formas que se prestan a la producción de microplásticos o a su descomposición con el tiempo", dijo Farner. Por ejemplo, en materiales de construcción que se desgastan al aire libre, en tubos que generan microplásticos cuando se cortan y en la agricultura, como en el mantillo plástico o en sistemas de riego.Más de un tercio del plástico que se produce hoy en día se destina a envases, incluyendo los de un solo uso, como los de alimentos, que en gran medida acaban como residuos. Una bolsa o botella de plástico desechada que llega al océano o a una playa recibe el impacto de la luz ultravioleta, el calor y la abrasión de la arena. A partir de ahí, "se descompone en una enorme cantidad de micro y nanoplásticos", dijo Farner.¿Cómo llegan a nuestro organismo?Estos micro y nanoplásticos acaban en el aire, el suelo, el agua y los alimentos. El desgaste de los neumáticos de nuestros autos, por ejemplo, produce partículas que contaminan el aire y el agua. Los microplásticos filtrados de las aguas residuales acaban en lodos que luego se utilizan como abono. Los filtros de plástico de los cigarros llegan a lagos y océanos, donde se degradan con el tiempo.Los seres humanos respiran estas partículas y las ingieren. Algunas investigaciones sugieren que las plantas las toman directamente del suelo y las incorporan a sus raíces, dijo Christy Tyler, profesora de ciencias medioambientales del Instituto de Tecnología de Rochester. Cuanto más arriba en la cadena alimentaria esté un animal, mayor será la concentración de microplásticos que probablemente se encuentre en su interior. Los microplásticos también son más frecuentes en los alimentos muy procesados, debido potencialmente a la contaminación procedente de la maquinaria de procesamiento o incluso de la ropa de los trabajadores.Los científicos tienen un conocimiento limitado de si los microplásticos pueden penetrar en la piel y cómo, apuntó Tracey Woodruff, directora del programa sobre salud reproductiva y medio ambiente de la Universidad de California, campus San Francisco. Sin embargo, dijo, algunas pruebas sugieren que podemos absorber microplásticos â??y las sustancias químicas nocivas que estos contienenâ?? de productos de cuidado personal como los cosméticos, así como de nuestra ropa, que desprende fibras cuando nos movemos.Nuestros cuerpos parecen eliminar algunos de estos microplásticos, sobre todo los más grandes. Se han encontrado microplásticos en las heces y la orina humanas.Jacques Robert, profesor de microbiología e inmunología y de medicina medioambiental de la Universidad de Rochester, dijo que su propia investigación sobre renacuajos alimentados con microplásticos había descubierto que entre el 60 y el 70 por ciento del plástico se excretaba. (Esa investigación aún no se ha publicado).Otros estudios han sugerido que el plástico no excretado en los desechos parece pasar del intestino a la sangre, y de ahí puede migrar a otros órganos como el hígado y el cerebro.¿Qué sabemos de los efectos sobre la salud?Los estudios en animales indican que los microplásticos pueden dañar la reproducción, sobre todo la calidad del esperma. También pueden afectar al funcionamiento pulmonar e intestinal y pueden aumentar el riesgo de cáncer de pulmón y de colon, dijo Woodruff, quien realizó una revisión de las investigaciones.La investigación de Robert en renacuajos también ha demostrado que los microplásticos pueden debilitar el sistema inmunitario.Podría ser complicado extrapolar los efectos en humanos a partir de estudios con animales, dijo Tyler, ya que el tipo y la cantidad de plásticos administrados a los animales en entornos experimentales suelen diferir de la exposición crónica de bajo nivel a partículas degradadas que experimentamos nosotros.Sin embargo, hay investigaciones preliminares en humanos que muestran vínculos entre los microplásticos y los partos prematuros, la inflamación y las enfermedades cardiovasculares. Y hay evidencias bien establecidas de que algunas sustancias químicas de los plásticos son nocivas para el ser humano. Entre ellas se encuentran las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, de las que algunas han sido etiquetadas como carcinógenos humanos conocidos o probables. También incluyen al bisfenol A y los ftalatos, que alteran la función hormonal normal.¿Cómo podemos reducir la exposición?Una de las medidas más eficaces podría ser simplemente no beber agua de botellas de plástico, sobre todo si han estado expuestas al sol, dijo Woodruff.Otra es no calentar alimentos en recipientes de plástico. Los expertos recomiendan cambiar a recipientes de vidrio o acero para guardar la comida, o al menos transferirla a un plato de vidrio o cerámica antes de calentarla.Comer más fruta y verdura fresca también puede ayudar. Los alimentos envasados y muy procesados contienen muchos más microplásticos, y las partículas también pueden concentrarse en el pescado y la carne.Aspirar regularmente la casa y utilizar un purificador de aire con filtro HEPA puede reducir la cantidad de microplásticos que uno inhala, dijo Tyler, y limpiar las superficies con un paño húmedo puede evitar que las partículas vuelvan al aire.Lavar la ropa de fibras sintéticas, como el acrílico o el nailon, antes de usarla por primera vez, también puede ayudar a reducir tu propia exposición, al eliminar los microplásticos que quedan del proceso de corte y costura. (Por otro lado, esto agrega microplásticos a las aguas residuales). Las prendas de fibras naturales, como el algodón o la lana, no tienen el problema de los microplásticos.Sin embargo, estas medidas tienen limitaciones. El plástico está por todas partes, y a menudo es la opción más asequible. "No todo debería recaer en el consumidor, que tenga que tomar esas decisiones", dijo Tyler. Tampoco está del todo claro que evitar las botellas de agua o las tablas de cortar de plástico reduzca significativamente la exposición a lo largo de la vida, cuando los residuos de plástico se han acumulado en nuestro suelo, aire y agua.Los gobiernos, dicen los expertos, tendrían que regular y reducir los plásticos no esenciales para detener esa acumulación. Algunos ya lo han hecho. Estados Unidos y Europa prohibieron el uso de microperlas en los cosméticos, por ejemplo, y varios estados de Estados Unidos están eliminando gradualmente la espuma de poliestireno en los envases de alimentos. Y 175 países han acordado crear un tratado de las Naciones Unidas para acabar con la contaminación plástica.A diferencia de hace 20 años, dijo Thompson, ahora hay "un apetito público" por un cambio.
Estudios recientes asocian la presencia de estas diminutas partículas con el consumo de alimentos ultraprocesados
Una serie de artículos publicados en la edición de mayo de Brain Medicine señalaron que "estas partículas pueden atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en cantidades alarmantes" en ese órgano. Leer más
Una investigación reciente de la Comunidad Biológica descubrió partículas diminutas de plástico en 14 de 18 mujeres analizadas. Leer más
Científicos demuestran cómo una acción cotidiana puede eliminar partículas tóxicas antes de que lleguen a tu organismo
Científicos de la UCLA identificaron pequeñas partículas que se desprenden y pueden ser ingeridas sin que se note
El estudio realizado por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles, destacó que los microplásticos liberados de los "chicles" provienen de materiales comunes como poliolefinas, politereftalatos y poliestirenos, usados también en envases plásticos. Los detalles
El chicle libera cientos de microplásticos directamente en la boca, según un estudio presentado este martes por investigadores, quienes mantienen cautela sobre el posible impacto en la salud de los consumidores. Las micropartículas de plástico (de menos de cinco milímetros) ya se detectaron en el aire, el agua, los alimentos, envases, tejidos sintéticos, neumáticos y cosméticos. Todos los días, los humanos las ingieren, inhalan o entran en contacto con ellas a través de la piel.Desde los pulmones hasta los riñones, la sangre y el cerebro, los microplásticos se encontraron en casi todas las partes del cuerpo humano. Aunque los científicos no están seguros de su impacto en la salud, varios ya lanzaron una alerta sobre posibles daños al organismo. "No quiero asustar a la gente", dijo a la AFP Sanjay Mohanty, autor principal del estudio, presentado en una reunión de la Sociedad Química Estadounidense y que ya fue sometido a revisión por pares, pero aún no publicado.Hasta ahora, no hay evidencia de un vínculo directo entre los microplásticos y cambios en la salud humana, señaló el investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). El objetivo del estudio, según él, era destacar una vía poco explorada por la cual pequeñas fracciones de plástico, a menudo invisibles, ingresan a nuestros cuerpos: el chicle.Lisa Lowe, una estudiante de doctorado en la UCLA, masticó siete chicles de diez marcas diferentes, y luego los investigadores realizaron un análisis químico de su saliva. Concluyeron que un gramo de chicle liberó un promedio de 100 microplásticos, aunque algunos liberaron más de 600. El peso promedio de una pieza de chicle es de aproximadamente 1,5 gramos.¿Qué ingredientes contienen?Según los científicos, las personas que mastican alrededor de 180 chicles al año podrían ingerir unos 30.000 microplásticos. Sin embargo, esta cantidad es pequeña en comparación con otras fuentes de ingesta de estas partículas, matizó Mohanty.Por ejemplo, otros investigadores estimaron el año pasado que un litro de agua en una botella de plástico contenía un promedio de 240.000 microplásticos. El tipo más común de chicle vendido en supermercados, llamado sintético, contiene polímeros derivados del petróleo para lograr el efecto masticable, explicaron los investigadores. Sin embargo, el empaque no menciona ningún plástico. "Nadie te dirá cuáles son los ingredientes", dijo Mohanty.Los investigadores probaron cinco marcas de chicles sintéticos y cinco marcas de chicles naturales, que utilizan polímeros de origen vegetal, como la savia de árbol. "Nos sorprendió descubrir que los microplásticos eran abundantes en ambos casos", dijo Lowe a AFP. El chicle libera casi todos los microplásticos en los primeros ocho minutos de masticación, según los investigadores. David Jones, investigador de la Universidad de Portsmouth en el Reino Unido, quien no participó en el estudio, dijo que los fabricantes deberían estar obligados a detallar los ingredientes con mayor precisión en los empaques.Jones afirmó que le sorprendió que los investigadores encontraran algunos plásticos cuya presencia no se conocía en el chicle, sugiriendo que podrían provenir de otra fuente, como el agua que bebió la estudiante. Pero calificó los resultados generales como "nada sorprendentes".Además, el chicle también es una fuente de contaminación, señaló Lowe, especialmente cuando la gente "lo escupe en la acera". Preguntada por la AFP, Wrigley, el mayor fabricante de chicles del mundo, no respondió.O Globo - GDA
El estudio analizó diferentes marcas comerciales y, tanto los productos naturales como sintéticos, descubrieron un gran número de partículas plásticas
Investigadores de la UCA utilizan un modelo Lagrangiano para estudiar la distribución de microplásticos en el Golfo de Cádiz, identificando fuentes y patrones de acumulación de estos contaminantes marinos
Galicia solicita a la UE una regulación para el transporte de microplásticos en contenedores, buscando prevenir accidentes como el vertido de 26 toneladas en las costas portuguesas y gallegas
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Estos agentes contaminantes pueden generar diversos daños para la salud al ser ingeridos
El 99% de las especies analizadas presentó la presencia de partículas plásticas en su composición
Los investigadores examinaron 52 muestras del interior de la cabeza de 2016 y 2024, todas extraídas de la corteza frontal, el área responsable del juicio, la toma de decisiones y el movimiento muscular. Leer más
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Según un artículo publicado hoy en Nature Medicine, científicos de EE.UU. identificaron en 2024 fragmentos plásticos en tejidos cerebrales humanos en cantidades superiores a análisis de 2016. Estudian si podría estar contribuyendo al desarrollo de inflamación y trastornos cognitivos
Cuanto más plástico producimos, más encontramos en nuestro interior. Hace años empezamos a ingerir microplásticos y nanoplásticos escondidos en nuestra comida. Estos pasaron a nuestro sistema digestivo, y de ahí fueron al torrente sanguíneo que los acabó repartiendo por nuestras entrañas. Un estudio los encontró en nuestros pulmones, después en nuestros intestinos. Otro alertaba de su presencia en las placentas, en la leche materna, en los testículosâ?¦ Parece que no haya un solo rincón de nuestro cuerpo ajeno a esta invasión. La sangre lo reparte, pero como sucede con las mareas, hay orillas donde se acumulan más residuos que en otras. Y hay una que destaca entre todas por su gran acumulación de microplásticos: nuestro cerebro.Un análisis que publica hoy la revista científica Nature Medicine registra un aumento general en la concentración de microplásticos en cadáveres en los últimos ocho años. Este aumento se hizo especialmente evidente en las muestras del cerebro, donde se ve una concentración mucho mayor que en otras zonas estudiadas. La diferencia no es anecdótica. Las concentraciones eran de siete a 30 veces mayores en muestras cerebrales que las concentraciones observadas en hígado o riñón. Las posibles implicaciones para la salud humana de este inquietante hallazgo aún no están claras.El equipo analizó muestras cerebrales de personas fallecidas en 2016 y en 2024 y comprobó un aumento considerable. Después, echó la vista aún más atrás y analizó muestras de tejido cerebral de periodos anteriores (1997-2013) y vio que, efectivamente, en el pasado había una menor concentración de microplásticos."Esto es simplemente porque estamos más expuestos", explicó Matthew J. Campbell, biólogo del New México Center for Metals y autor principal del estudio, en un acto de presentación a periodistas. "Esta es una mala noticia, pero la buena es que no vimos mayores concentraciones de nanoplásticos en adultos mayores respecto de pacientes jóvenes, lo que puede significar que nuestro cuerpo los elimina con el tiempo".Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico de entre 0,1 micrómetros (un cabello humano tiene aproximadamente 60) y cinco milímetros (un grano de arroz tiene seis). Se producen por la descomposición de residuos plásticos más grandes. La producción mundial de plástico se duplicó entre 2000 y 2019 hasta alcanzar 460 millones de toneladas. Se estima que más del 22 % del plástico producido acaba en el medio ambiente por una mala gestión de los residuos y de ahí pasa a la cadena alimenticia. Un reciente estudio de la Portland State University detectó microplásticos en el 99% de las muestras de marisco comprado en la tienda o procedente de un barco pesquero. Los niveles más altos se encontraron en las gambas.El presente estudio viene a confirmar lo que ya vieron otros antes, que estamos rellenos de plásticos y que la cosa va en aumento. Lo que hace que sea relevante no es determinar cuánto tenemos, sino dónde. "Está bien conocer concentraciones y localizaciones de plástico en el cuerpo humano", explica Eva Jiménez-Guri bióloga investigadora de la Universidad de Exeter. Jiménez-Guri, que no ha participado en el estudio, considera lógico que haya una mayor concentración en el cerebro que en los riñones o el hígado. "El plástico es hidrofóbico, así que me parece más normal que se acumule en un tejido que es 60% grasa que a uno que es 0,7 o 2,7% grasa", apunta.La relación entre grasa y plástico es de hecho otro de los puntos que analiza este estudio. "Creemos que los nanoplásticos se han abierto camino hacia el cuerpo incrustados en la grasa dietética", explica Campbell. "No creemos que floten libremente en la sangre, sino que están empaquetados en las grasas circulantes y se filtran al resto del cuerpo a través del intestino delgado".Jiménez-Guri valora positivamente el estudio, y cree que, en el futuro, se debería estudiar la concentración plástica en otros tejidos. "Una vez sepamos cuanto plástico hay dentro de los tejidos, se podrán hacer trabajos viendo qué consecuencias tiene esta acumulación, que será lo realmente interesante", explica.Roberto Rosal, ingeniero químico de la Universidad de Alcalá, se muestra más escéptico. "Tengo dudas sobre cómo se manipularon estas muestras, porque hay plásticos en todas partes â??aseguraâ??. El hecho de que las muestras estén sacadas de cerebros de difuntos que están en un banco, que no hayan sido sacadas exprofeso para ellosâ?¦" Rosal opina que este es un fallo común al hablar de contaminación en microplásticos. Explica que este material está muy presente en el ambiente de cualquier laboratorio y considera que esto puede contaminar las muestras e inflar artificialmente los resultados, cosa que habría sucedido en este y en muchos otros análisis. Tanto el presente estudio como otros señalados por Rosal han sido revisados por pares.Plástico cerebralEl estudio mostró mayores niveles de concentración de micro y nanoplásticos en cerebros de individuos con demencia. "Esto puede ser consecuencia de la atrofia del tejido cerebral, fallos en la barrera hematoencefálica y fallos en los mecanismos de detoxificación, típicos de la demencia" opina Jiménez-Guri. Es decir, que no es el plástico el que producía la demencia, sino esta la que deja entrar elementos invasores en el cerebro. En cualquier caso, los autores señalan que los resultados solo identifican una asociación. "Tenemos que ser muy cautos a la hora de interpretar estos resultados", matiza Campbell, antes de recordar que se necesitan más estudios para poder establecer causalidad.Lo que estos plásticos pueden hacer en nuestro cerebro es aún un misterio, pero podemos analizar qué les ha sucedido a otros animales en estas circunstancias. Un estudio de 2023 confirmó la presencia de nanoplásticos en el cerebro de peces cebra y concluyó que esto les inducía daños oxidativos y aceleraba el envejecimiento cerebral. Otro estudio de este mismo mes, realizado en ratones, revelaba que las células inmunitarias del cerebro 'engullen' microplásticos, formando grupos que pueden causar coágulos cerebrales. Los hallazgos, publicados en la revista Science Advances, ponen de relieve cómo los microplásticos pueden dañar indirectamente el cerebro al interrumpir el flujo sanguíneo. Una vez más, se necesita más investigación para determinar si esto puede aplicarse a los humanos.No dejamos de encontrar plásticos en nuestro interior, pero aún no sabemos qué consecuencias puede tener. La indeterminación científica que rodea todo el tema deja hueco a cierta histeria cultural. Puede que estos plásticos nos estén envenenando poco a poco. Pero también pueden ser inocuos. Además, el hecho que estemos rellenos de plástico tiene una extraña resonancia alegórica. Parece sugerir que nuestro estilo de vida nos está envenenando. Que la basura que producimos, después de filtrarse y contaminar toda la naturaleza, acaba volviendo a nosotros y parasitando nuestras entrañas, como en un ciclo de la vida en versión capitalista. En este sentido, no hay nada más simbólico que un estudio de 2019, que explicaba que una persona promedio puede estar consumiendo hasta cinco gramos de plástico semanales. Es el equivalente a una tarjeta de crédito entera.
No caben dudas de que la convivencia entre seres humanos y mascotas trae múltiples beneficios tanto para las personas como para los animales; sin embargo, esta coexistencia, que data de hace mucho, también trae consigo algunos peligros que pueden representar riesgos para la salud de las mascotas.Hasta hace algunas décadas, sería poco creíble encontrar trazas de sustancias como tabaco, drogas lícitas e ilícitas, e incluso microplásticos en las mascotas; no obstante, hoy los médicos veterinarios alertan sobre la frecuencia con la que se observan restos de estas sustancias en las mascotas no solo por la convivencia, sino por un mal manejo de estos productos.Exposición a sustancias ilícitasRecientemente, se ha publicado en la revista JAMA Network Open un estudio llevado a cabo por la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, el cual evaluó las llamadas que se hicieron entre el 2019 y el 2023 a la línea de ayuda para casos de envenenamiento de mascotas (Pet Poison Helpline) sobre posibles exposiciones de las mascotas a ciertas sustancias.Dicho estudio incluyó a 63 gatos y a 433 perros, de los cuales el 65 por ciento de los gatos, aproximadamente 41 animales, estuvo expuesto a cocaína, mientras que el 58 por ciento de los perros, un total de 250 individuos, estuvo expuesto a algún tipo de metanfetaminas.A pesar de que los investigadores consideraron que no existe una tendencia significativa, sí llamaron la atención a los tutores que usan este tipo de sustancias ilícitas y conviven con animales de compañía.Estas drogas, incluso en mínimas cantidades, pueden tener graves efectos sobre la salud de las mascotas como la presentación de aumento de la excitación nerviosa, hipertensión, taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria, agitación, dilatación de las pupilas, convulsiones, coma e incluso la muerte, aun cuando se somete al animal a un tratamiento oportuno y agresivo.Perros y gatos, debido a la convivencia con el ser humano, también están expuestos a otro tipo de sustancias que pueden ser dañinas para su salud y bienestar. Estas incluyen no solo productos de uso común como elementos de aseo del hogar y personal, pasando por otros elementos como el alcohol o el tabaco, sino también otras que suelen pasar desapercibidas, como los microplásticos.Un estudio llevado a cabo en Portugal y publicado en el año 2022 demostró la presencia de microplásticos, en forma de polímeros comunes de menos de 5 milímetros, en tejidos internos de perros y gatos. Aunque los científicos consideraron que el número de partículas no fue significativo, lo que llamó su atención fue la presencia en tejidos como el hígado, los riñones, los pulmones y también en la sangre.Estos materiales pueden encontrarse en los juguetes, el alimento, el agua y otros elementos de uso diario, y aunque no existen estudios que demuestren el efecto de los microplásticos en la salud de perros y gatos, en otras especies animales estos generan retraso en el crecimiento, diminución del apetito, inflamación, problemas hormonales e incluso cáncer. Además, estas partículas pueden albergar bacterias, lo cual puede generar infecciones y, posiblemente, puedan estar relacionados con la resistencia de las bacterias a los antibióticos.Perros y gatos que conviven con una persona que fuma se convierten en fumadores pasivos y también están expuestos a ser afectados por las sustancias nocivas del cigarrillo ya que no solo respiran el aire contaminado, sino que también pueden ingerir accidentalmente el cigarrillo o los residuos de este.Las sustancias químicas del cigarrillo pueden ser inhaladas o impregnar la piel y el pelo de las mascotas para luego ser ingeridas al momento del acicalado. La exposición, aunque sea mínima, puede llevar a que los animales de compañía desarrollen signos como vómito, pérdida del apetito, irritación de los ojos y de la piel, tos o dificultad respiratoria y, en casos más graves y exposiciones más prolongadas, puede llevar a que el animal desarrolle cáncer de pulmón, cáncer en la boca y linfomas.El problema es mayor cuando las mascotas ingieren el cigarrillo, las colillas, los chicles o parches de nicotina e incluso agua contaminada con colillas de cigarrillos, ya que pueden sufrir intoxicaciones graves que requerirán un tratamiento veterinario de emergencia.El alcohol es extremadamente tóxico para las mascotas y genera alteraciones principalmente en la función de los riñones y de los pulmones de las mascotas. Su consumo accidental o en elementos contaminados con este, puede generar problemas como dificultad para caminar, decaimiento, vómito, diarrea, convulsiones, agresividad, deshidratación, coma y muerte por una falla orgánica.
Un estudio citado por Women's Health advierte sobre la acumulación de microplásticos en la placenta y su posible vínculo con partos prematuros
Los microplásticos pueden interactuar con las células del sistema inmunológico y afectar su función.Investigaciones en ratones mostraron que los microplásticos pueden bloquear el flujo sanguíneo en el cerebro.
Una investigación realizada por el Instituto Politécnico Nacional muestra que algunas poblaciones de cocodrilos se ven afectadas por los contaminantes que invaden su hábitat natural
Descubre qué materiales se utilizan en su fabricación, cómo pueden liberar partículas plásticas en el agua caliente y qué implicaciones tiene su consumo para la salud y el medio ambiente