Científicos han descubierto que los cuerpos momificados del antiguo Egipto siguen oliendo muy bien, incluso después de pasar 5.000 años en un sarcófago. Los investigadores que examinaron nueve momias descubrieron que, aunque había alguna diferencia en la intensidad de sus olores, todos podían describirse como "amaderados", "especiados" y "dulces".Afirman que recrear la composición de los olores químicamente permitirá a otros experimentar el olor de una momia y ayudará a saber cuándo los cuerpos en su interior pueden estar empezando a pudrirse."Queremos compartir la experiencia que tuvimos al oler los cuerpos momificados, por lo que estamos reconstruyendo el olor para presentarlo en el Museo Egipcio de El Cairo", le dijo a la BBC Cecilia Bembibre, una de las investigadoras.Proceso histórico Durante el proceso de momificación, los antiguos egipcios rodeaban el cuerpo con olores agradables como parte importante de la preparación del espíritu para entrar en la otra vida.Como resultado de esto, los cuerpos de faraones y miembros de la nobleza eran adornados con aceites, ceras y bálsamos. "En las películas y los libros, a quienes huelen cuerpos momificados les suceden cosas terribles", dijo Bembibre. Y acotó: "Nos sorprendió lo agradables que resultaban".Los autores del estudio académico, publicado en Revista de la Sociedad Química Estadounidense, tuvieron que obtener el olor del interior del sarcófago sin interferir con la momia que se encontraba en su interior.Los investigadores, de la University College de Londres y la Universidad de Ljubljana, en Eslovenia, lo hicieron insertando un pequeño tubo para poder medir el olor sin tomar ninguna muestra física. Bembibre explicó que los científicos del patrimonio siempre están tratando de encontrar formas "no destructivas" de descubrir nueva información.Los visitantes que perciban los aromas en los museos podrán experimentar el antiguo Egipto y el proceso de momificación desde una perspectiva totalmente diferente.Ally Louks, supervisora de literatura inglesa en la Universidad de Cambridge, que escribió su tesis doctoral sobre la política del olfato, describió esto como una forma "realmente innovadora" de comunicar la historia. "Utilizar la nariz produce una fuerte reacción emocional y física", le dijo a la BBC. "Sabemos que los olores eran esenciales para las prácticas sociales, religiosas y personales [en el antiguo Egipto]", añadió.Matija StrliÄ?, otro miembro del equipo del estudio, le dijo a la agencia de noticias AP que los aromas pueden incluso sugerir a qué clase social pertenecía una momia. "Creemos que este enfoque es potencialmente de gran interés para otros tipos de colecciones de museos", dijo.Además de proporcionar a los visitantes de los museos una nueva perspectiva sensorial sobre las momias, el descubrimiento también presenta un potencial avance para los conservadores de momias.Los investigadores utilizaron una técnica llamada cromatografía de gases para separar los diferentes olores dentro del sarcófago que se combinan para formar su aroma. Encontraron olores relacionados con la descomposición de las grasas animales utilizadas en el proceso de embalsamamiento, lo que podría indicar que el cuerpo está comenzando a descomponerse.Gracias a estos hallazgos, será posible "intervenir prácticamente" en la conservación de las momias, identificando la mejor manera de almacenar y envolver los cuerpos, según el artículo de investigación."Esto es útil para los conservadores que cuidan esta colección [ya que] podemos asegurarnos de que llegue a las generaciones futuras", dijo Bembibre.
Este conjunto monumental es uno de los más impresionantes del continente y fue construido en diferentes épocas históricas
Se cree que este compendio culinario fue escrito en 1324, una obra que, entonces, era todo un símbolo de estatus en la sociedad medieval
El centro continúa su actividad sanitaria tras más de 500 años de historia
El organismo humano sigue revelando conexiones inesperadas entre sus funciones y la forma en que interactúa con el entorno
El élder L. Whitney Clayton conversó con Infobae Perú sobre la histórica presentación que contará con la participación de Mauricio Mesones
Este bodegón es testigo de la historia y refugio gastronómico.Desde 1750 funciona en la misma esquina porteña.
Las decoraciones talladas muestran cabezas de animales y motivos florales característicos de la época romana.La estructura del objeto sugiere que perteneció a una figura de alto rango en la sociedad romana.
Fue en 1750 que este local de Luján y Vieytes abrió sus puertas por primera vez. Cerca del puerto -que en aquella época se encontraba en una boca del Riachuelo-, cuando la zona era un bañado, allí donde Barracas se juntaba con un arroyito, los gauchos se detenían a cargar sus carretas y a tomar unos mates, antes de encarar hacia el sur de la provincia de Buenos Aires. Dicen que por entonces se tardaba dos días en llegar a Chascomús. Tardes de guitarra y noches de ginebra servían entonces para aminorar las travesías y fueron, justamente, el origen de esta esquina que sigue vigente desde hace tantos años. Fue pulpería, posada, taberna y, desde 1873, se mantuvo como una fonda que sirve clásicos de bodegón porteño. En su carta figuran los platos de siempre y también los que han desaparecido (como caracoles a la bordelesa y tarantela), más algunas incorporaciones que actualizan la propuesta. Hoy, El Puentecito está en manos de Fernando Hermida, hijo de un gallego que lo adquirió en 1958, exactamente 30 años después de emigrar de la portuaria La Coruña y trabajar en casas gastronómicas icónicas de Buenos Aires. Por supuesto, sumó al menú pulpo a la gallega y otras especialidades de mariscos, como la cazuela y la paella. Se hizo fuerte en los pescados, con su mero a la crema de azafrán. Así, la tradicional cocina de olla de El Puentecito se aggiornó conforme cambió la demanda y la dinámica de la zona: primero fue bien calórica y dedicada a los trabajadores portuarios que le ponían el cuerpo a las tareas cotidianas; luego sació a los empleados de los frigoríficos que llegaron al área, con porciones grandes a precios pequeños. Y hasta llegó a abrir 24 horas para no dejar a nadie sin comer. Finalmente, su público esencialmente masculino y trabajador se hizo familiar y la cocina también se agrandó en este espacio que desde afuera es una casita colonial, y desde adentro es un comedor tan histórico como impecable, con prolijas mesas de mantel enmarcadas por reliquias que hablan de su larga edad.-Fernando, ¿este es el restaurante más antiguo de la ciudad?-Sí, es el que lleva más años en el mismo sitio, desde 1750. Que yo sepa, es el único. Siempre estuvo en la misma esquina: acá es donde nació y acá es donde sigue. Abrió como posta de carretas, con pulpería. Fue posada, fonda, y se fue transformando, creciendo de atrás para adelante. Porque todo lo que hoy vemos restaurado es donde estacionaban las carretas. Hay una matera donde los gauchos descansaban y un patio con 60 metros de fondo, donde encontramos un pozo de agua que usaban para enfriar las bebidas. Esta era una zona de depósitos, el local llegaba hasta 200 metros de acá. En estos galpones se dejaba la mercadería y desde acá también salía, hacia el lado de La Plata, por ejemplo. Acuérdense que acá estaba el puerto de Buenos Aires, que era el del Riachuelo, en La Boca y Barracas, que luego se traslada a Puerto Madero. -Desde el exterior parece una casita colonialâ?¦-Es que lo es. La construcción es original. Con lo que es gauchesco armé un museo que desmonté con la pandemia, ahora las piezas históricas están distribuidas por los salones. Fuimos actualizando los carteles con un letrista, el que dice "El Puentecito", por ejemplo, es el más antiguo. -Muchos creen que su nombre se debe al puente de madera que quedaba por acá.-Sí, pero esa no es la razón. En realidad el nombre proviene de la calle, que antes se llamaba Puentecito, lo podés ver en los mapas de la época; luego fue Pedro de Luján. Le habían puesto así porque por acá pasaba un curso de agua que buscaba el Riachuelo, esto era un bañado, no era tan hondo, así que levantaron un puente de madera para que fuera más simple pasar hacia Avellaneda con las carretas y los caballos, para que no se quedaran en el fango. Hubo varios por acá, a algunos se los llevó la Sudestada. Estamos frente al Puente Gálvez, que cobraba peaje por cruzar según la carga y la cantidad de animales; se arruinó con una crecida y se hizo conocido más tarde como el Viejo Puente Pueyrredón. -El que en 1806 fue incendiado para evitar el paso de los ingleses desembarcados en Quilmes. Años más tarde, Avellaneda se convirtió en un imán de inmigrantes gallegos, entre ellos tu papáâ?¦-Sí, mi viejo vino a los veintipico. Llegó de La Coruña en 1928, allá era marino, el mejor de la flota. Acá trabajó en Harrods e hizo su experiencia gastronómica en la confitería La Giralda y la pizzería Roma de la calle Lavalle. Servía cerveza tirada. También hizo unas changas en el buffet del Parque Retiro, que estaba donde hoy está el Sheraton. Tenía tres trabajos a la vez. En 1958 pasó por esta esquina y vio que una parte del restaurante estaba en venta, quiso formar parte de la sociedad, eran un italiano y una decena de españoles. Dos años más tarde todos quisieron vender en bloque. Pero él decidió quedarse porque acababa de entrar. No tenía la plata para adquirirlo, a pesar de que entonces eran otros valores que hoy nos darían risa: cuando ves La familia Ingalls te das cuentaâ?¦hablan de centavos de dólar. Así que salió a buscar parientes y amigos para que fueran inversores. A él nunca le interesó estar en la caja, en El Puentecito fue mozo y fiambrero, era el responsable de que todo saliera bien de la cocina y de preparar los postres. -¿Qué le aportó Fernando Hermida padre a El Puentecito? -Fue modificando de a poco la carta, introdujo la crema, como la de verdeo o roquefort. Y un montón de platos, como conejo y ranas. O sea, fue haciendo aportes según fue cambiando la vida del argentino. En un comienzo, este restaurante era mucha comida de olla. Cuando mi papá vino, ese tipo de cocina se servía constantemente, no solo en invierno. En ese momento se hacía puchero todo el año, hoy con este calor, ¿quién te lo come? Antes lo consumían a diario, porque acordate que la mayor parte de la gente de acá era del puerto y trabajaba en los depósitos de Barracas cuando no había maquinaria, era todo a hombro. Se cargaban y descargaban los barcos a pulmón. Necesitaban calorías. Incluso, esto estuvo las 24 horas funcionando. Luego llegaron los frigoríficos. Alguien que trabajara en La Negra [el tradicional frigorífico], por ejemplo, ¿qué iba a venir a comer? ¿Una ensaladita? ¿Un omelette? [risas].- Bueno, el que hacen de alcauciles es muy celebrado.-Pero comían puchero, comían un montón. -Clientes famosos también tuvieron.-Justo hoy estuvo almorzando Norman Briski. Pasaron jugadores de fútbol, muchos. Alfonsín venía seguido, antes, durante y después de su presidencia. Ahí lo ves en las fotos, lo atendía mi viejo. -Dicen que también vino Yrigoyen.-Estaba hospedado acá, en el piso de arriba, y desde el balcón dio un discurso el día antes de asumir; cenó en el bodegón.-¿Qué dirías que hay que probar en El Puentecito?-A mí lo que me fascina es el marisco y los langostinos, que pueden ser al ajillo o rebozados. La estrella sigue siendo el pulpo, lo vendemos más barato que nadie. Honestamente, no quiero culpar a los demás, pero no sé por qué roban tanto con el pulpo. Acá una porción es un cuarto kilo, o más, a veces solo una pata pesa 300 gramos. Sale con un pimentón bueno, aceite de oliva y la papa al natural. Se cocina durante dos horas: yo no lo hago en la plancha, personalmente no me va ese invento gastronómico nuevo, es como hacer un asado en la cacerola [risas]. Por cierto, la parrilla es otra de nuestras especialidades. Y los pescados también son muy buenos, hay abadejo a la gallega, lisa según la época, también pacú, que lo incorporé yo en la carta. -Vos, ¿desde qué año venís?-Yo nací en el 63, tengo 61 años, estoy a cargo del restaurante desde que murió mi viejo, en el año 2006. Claro que vine de chico a ayudar, me encantaba, estaban mis tíos también, que eran de Lugo, había algunos primos. En las vacaciones venía a lavar las copas, a limpiar mejillones. En aquel tiempo era así, algo muy común: te hacían laburar para que vieras lo que era la vida. Muchos de los cocineros que tenemos hoy, de hecho, venían de pequeños a acompañar a trabajar a sus padres. Ese que me saludó, ¿ves?, tiene 55 años y viene desde los 15. Lleva 40 años con nosotros.
Este local, ubicado en la ciudad gaditana de Rota, reabrió en 2024 tras cuatro años sirviendo en 'delivery' por culpa de la pandemia
Políticos como la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, o el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, han abandonado recientemente la aplicación por ser un "un mecanismo de propaganda"
El parque público más grande de todo el continente está ubicado en el centro histórico de la capital mexicana
La conductora sorprendió con una cruel broma en presencia de su expareja, asegurando que decidió "rescatarlo" tras su infidelidad a Pamela Franco
Los enfrentamientos entre las partes se dieron porque jóvenes pintaron murales en el puente Carlos Ramírez París, ubicado en el barrio San Mateo
Este templo es uno de los más singulares de Galicia y su visita es algo imprescindible para conocer la historia de la región
Se trata del dispositivo "Coca Light", que emite un pedido para que un asistente le lleve de inmediato una lata de su bebida favorita. El mismo ya había sido utilizado por el republicano durante su mandato entre 2017 y 2021.
Con hermosas máscaras y grandes pelucas, los primeros registros de esta celebración se remontan al siglo XIII.Cuál es el Carnaval más antiguo del mundo.
Es el enemigo de la sociedad abierta en la que creo.
Esta construcción es una de las más impresionantes de la región y gracias a su restauración se ha convertido en un gran atractivo turístico
Benito Laren (1962), artista nacido en San Nicolás de los Arroyos, le regaló un cochecito de bebé a Eduardo Costantini por el nacimiento de su hija Kahlo Milagro. "Cuando me enteré que la niña que esperaban se llamaría Khalo Milagro, un nombre tan unido al arte, sentí que tenía que hacer algo especial para ella. Parte de mi obra está ligada al espacio, así que sentí que tenía que hacerle un cochecito con planetas y naves", expresó Laren.El viaje de cinco siglos del libro de horas de unos nobles catalanes que vende un anticuario en SuizaPara el obsequio, el excéntrico artista eligió un cochecito de época, que seleccionó por ser más amplio que los modelos actuales. La capota tiene un motivo ligado al espacio, pintado sobre una cuerina a la que también se le bordó el nombre de la niña y el resto fue intervenido con perlas de colores.En una entrevista a LA NACION, justo antes de inaugurar la muestra El Giocondo en la galería Wircomb, Benito Laren aseguró: "Yo quiero ser famoso a toda costa. Escribiendo, recibí un premio de literatura. Escribo, pinto y canto, hago cualquier cosa con tal de no trabajar. Lo que yo necesito es un mánager, ahora hay unos que empiezan ayer y son refamosos".La Ciudad Hidroespacial de Kosice llega al Planetario en una travesía intergaláctica"Desconozco cuántos cuadros hice, pero hace 36 años que pinto y estimo que produje unas 200 piezas por año. Saquen las cuentas", dijo a LA NACION el artista bonaerense. "Soy autodidacta y pinto lo que me sale de adentro. Empecé cuando estaba en la primaria. Vi que un compañero hacía historietas, que mi papá pintaba en azulejos y que mi hermano dibujaba y quise copiarlos. Mi hermano tenía más capacidad que yo para el dibujo, por eso trabajo con vidrio, que es como calcar. El vidrio es un soporte ideal para mi obra porque es brilloso y yo me considero un artista marabrilloso", expresó.La hija de Elina y Eduardo Costantini nació el 17 de enero. Sus padres expresaron su alegría en un posteo de Instagram: "La felicidad y la emoción indescriptible en el gran día, nació nuestra hija, nuestro sueño; estamos colmados de agradecimiento a la vida. Kahlo, te amamos mucho. Tus papás, Elina y Eduardo", se lee en la publicación, en la que también le agradecieron al equipo médico del Sanatorio Los Arcos.Días antes del nacimiento de Kahlo, Costantini fue noticia por haber comprado un campo de 145 hectáreas en Jose Ignacio, Uruguay, que había pertenecido a Lázaro Báez. En diálogo con LA NACION explicó: "Es un terreno con 415 metros de frente y doble salida. Ya funcionaba un club de polo y la idea es redoblar la apuesta", y detalló que cerró un acuerdo estratégico con el polista Adolfo Cambiaso, a quien conoce desde su infancia. "Soy íntimo amigo de su padre cuando hacía windsurf. Conozco a toda la familia desde hace 30 años", confesó."El cambio y la flexibilización de regulaciones en la inmigración de los caballos convertirá a Uruguay en un centro natural de polo referente en el mundo como sucedió en Palm Beach. Queremos ser parte de ese cambio histórico. Además Punta del Este será un punto clave a nivel internacional por la cantidad de extranjeros que todos los años visitan la ciudad, y para quienes el programa de polo es parte de su agenda central", expresó el empresario, creador de Nordelta.
Con su increíble belleza, el Patio de Marruecos nació como una colaboración institucional entre la Embajada de Marruecos y la Comuna 14 de la Ciudad de Buenos Aires "con el objetivo de fomentar el intercambio sociocultural y crear un ícono turístico que refleje la riqueza arquitectónica y paisajística de la cultura marroquí". Ubicado en Palermo Soho, en la esquina de Gurruchaga y Nicaragua, cuenta con materiales realizados especialmente y enviados desde Marruecos que transportan al Medio Oriente,"Empezamos con la idea de hacer algo con conjunto ya desde mi llegada al país, en 2019â?³, explica a LA NACION el embajador del Reino de Marruecos en la Argentina, Fares Yassir. Y agregá: "Nuestra embajada está en la Comuna 14 de Palermo, así que nos conocemos. Tuvimos reuniones, pero luego vino la pandemia así que recién retomamos en 2022â?³. "En la ciudad de Buenos Aires tenemos muchas plazas con países y Marruecos no tenía la suya. Ya veníamos hablando con el embajador sobre hacer un espacio donde presentar lo mejor de su cultura, así que combinamos las dos cosas", explica Martín Cantera, presidente de la Comuna 14, Palermo. El lugar elegido fue la esquina de Gurruchaga y Nicaragua. "Esto originalmente era un estacionamiento, no muy utilizado, por lo que planteamos la oportunidad de hacer ahí un nuevo espacio verde", describe el representante comunal sobre el lugar, con una superficie de 447 metros cuadrados. Yassir explica que paseaba mucho por esta esquina y que "después de la pandemia en el barrio habían cerrado muchos negocios y me interesaba ver qué podíamos aportar. Lo charlamos con Martín, hasta que el Patio Marroquí, tomó forma. Allí fue cuando me comuniqué con el Ministerio de Artesanías en mi país, y también con el de Economía Social, y aceptaron hacer la donación a la Ciudad de Buenos Aires".El embajador marroquí menciona que ya hay otras plazas que representan la cultura del país del Norte de África en los Estados Unidos, en Japón y en Hawái, pero aclara esta es la primera de su tipo en América Latina. "La ciudad de Buenos Aires recibe así fuentes y una pared del Reino de Marruecos, con el zelij (un tipo de mosaico ornamental) una arquitectura que es Patrimonio Cultural de la Humanidad milenario, algo distintivo de Marruecos, que nos representa en el mundo", dice. El antiguo estacionamiento fue reconvertido aunque, durante la obra, la esquina entera -oculta a la vista- generó la curiosidad de los vecinos. Solo un cartel, que informaba de la colaboración de Marruecos, dejaba vislumbrar algo de lo que sería. Mediante reuniones a distancia, arquitectos de la Comuna 14 y artesanos marroquíes le fueron dando identidad a la plaza. "Cuando finalmente trajimos los contenedores, con toneladas en materiales, las dos fuentes y los mosaicos, convoqué a dos de los artesanos que trabajaron en ellos, que viajaron a Buenos Aires para montarlo", comenta el embajador, quien asegura que el Reino de Marruecos no da cifras sobre el dinero donado, pero que se trata de un trabajo artesanal "muy caro". "Dos especialistas vinieron desde Marruecos y trabajaron con nuestro equipo, fue una experiencia tremenda. Ellos hablaban en marroquí y nuestras cuadrillas solamente en español, así que se comunicaban con señas, pero aprendieron a picar cada mosaico, a armar los patrones en el piso y después a darlos vuelta, un trabajo muy artesanal", destaca Cantera. El ensamble internacional fue un éxito. "Fue muy agradable, porque por raro que parezca, fueron integrándose y entendiéndose a puros gestos. Al final del día, cuando yo les preguntaba a los artesanos, me decían 'nos entendemos muy bien', y eso que ellos no hablaban español y los de aquí no entendían árabe ni hablaban en francés", relata Yassir. Un oasis en Palermo"Este lugar representa la riqueza arquitectónica y paisajística de la cultura marroquí. Se planeó el dibujo especialmente para Buenos Aires, con los colores de la bandera argentina incluidos y con la reja, típica de los palacios marroquíes. Lo hemos pensado, para tener la fuente principal y la de la pared en línea directa con la entrada", describe el embajador. Además de los caminos geométricos, las especies frutales y aromáticas, no podían faltar las características palmeras. "Las palmeras vienen de las que yo tenía plantadas en la Residencia, las hemos traído desde Marruecos y crecieron aquí como bebés. Y es que los jardines marroquíes siempre llevan vegetación, como el jazmín, por ejemplo, que por las noches sueltan ese aroma... debe haber palmeras para que el lugar tenga su huella", explica Yassir mientras sonríe. Sin inauguración oficial, la plaza abrió al público en noviembre. "El espacio quedó bárbaro, se está usando muchísimo", asegura Cantera. "La idea era convertir una cochera en un terreno donde la gente pueda ir a pasar las mañanas, o ir por las tardes, leer un libro, pasear a sus perros, traer a los niños. Entrás y es como un túnel, por el que avanzás y te encontrás con esta joya mosaica. El lugar en sí te da la sensación de un secreto, un oasis, un patio agradable -por eso su nombre, Patio de Marruecos- y de acceso libre que le dé un respiro a los vecinos en medio de la vorágine de Palermo", describe Yassir. El Patio de Marruecos abre todos los días de 9 a 20. "Me enteré de que las personas que pasean por la zona ya se acercan a disfrutarlo, que preguntan sobre cómo fue realizado, y, como por arte de magia se sienten trasladados a Marruecos. ¡Incluso me dicen que influencers graban allí sus videos!", exclama entre risas el embajador. Así se construyó
Cuando se fundó El Federal, en 1864, Buenos Aires tenía 100.000 habitantes y aún no había padecido la epidemia de fiebre amarilla. La Argentina recién se había organizado: en 1853 se había sancionado la Constitución y el país tenía por primera vez un presidente constitucional que gobernaba sobre todo el territorio nacional. Así, Bartolomé Mitre estaba en el poder cuando esta esquina comenzó a funcionar como pulpería, en la intersección de dos calles de tierra por las que circulaban transportes de tracción a sangre y clientes que llegaban en busca de una copa, un juego de dados o de naipes."Yo me imagino que por acá pasó Sarmiento alguna vez, era un sibarita, le gustaba comer y tomar bien. Su manjar preferido era quesillo de cabra y mistela, tenía la costumbre de tener siempre en la casa", narró el historiador Eduardo Lazzari en el cumpleaños 160 de El Federal. Especializado en preservación y divulgación del patrimonio histórico cultural de Buenos Aires, Lazzari contó también que esta esquina de Perú y Carlos Calvo se incorporó con la ampliación hacia el sur: "La ciudad creció hacia los altos de San Telmo, para 1880 esto ya formaba parte de la gran aldea que se convirtió en la metrópoli más europea de Latinoamérica hasta hoy. Sin embargo, este barrio se erigió como un reducto: es una foto extraordinaria de ese momento", expresó Lazzari. Como este bar, que es testigo vivo de una época.Para entender su antigüedad, hay que pensar que en 1914, mientras estallaba la Primera Guerra Mundial, El Federal ya tenía 50 años. Por entonces, "Buenos Aires era la ciudad que más crecía en el mundo: dos de cada tres habitantes eran extranjeros y varones. Estos bares eran irresistibles para los inmigrantes, tenían una connotación de intercambio. El bar era el ámbito de la mezcla cultural popular", explicó el historiador. Era el auge de los almacenes de campo con despacho de bebidas, la forma elegante de decir que se podía tomar una grapa o una caña porque se expendían bebidas con alcohol.En 1964, cuando El Federal llegó a su centenario, abrió el frigorífico Cárdenas, con elaboración de chacinados y fiambres, que luego se empezaron a vender en el lugar. Así, El Federal se instauró como un puente entre Mataderos y San Telmo. En la década del 70, con la aparición de los autoservicios que desplazaron a los almacenes, se reconfiguró como café-bar. Vermouth al grifo, jamón crudo, sopressata. Picadas, tortilla, vino. Cerveza al hielo, sándwiches especiales. Sidra tirada y escabeches. Todo eso se lee en los espejos que decoran el salón, junto a los fileteados porteños y publicidades vintage de Toddy, Pineral y Fernet Branca. Todo es de época: el inmenso mostrador de madera maciza con arco en alzada, los mosaicos calcáreos, la máquina registradora del siglo XIX. El lugar es una reliquia que hoy está en manos de Pablo Durán, un apasionado emprendedor gastronómico dedicado a rescatar bares de antaño y convertirlos en los más frecuentados de la actualidad.-Pablo, ¿cómo se fundó este lugar?-Nace en 1864 como una pulpería, en una calle de tierra, en un edificio del siglo XIX -seguramente tenía palenque para atar los caballos- que muestra sus años con su estructura de madera, anterior al hierro. En ese entonces, los sitios llevaban el nombre de su dueño, que era quien lo atendía: dicen que esta fue la pulpería de Segovia. Después fue un prostíbulo, un almacén de ultramarinos y luego el almacén de Jesús, con despacho de bebidas. Esta esquina se empieza a llamar El Federal recién a fines de 1960, que es cuando pasa a ser bar. Es que a principios de los 70, cuando arrancan los supermercados, los almacenes dejan de ser tan rentables, entonces abandona su tradicional formato de almacén y despacho de bebidas, que es un poco el origen de casi todos nuestros bares viejos.-¿Siempre se mantuvo abierto?-Por lo que sabemos, sí. A lo mejor estuvo cerrado algún tiempito en el 1800 y pico por la fiebre amarilla. Pero en la época más contemporánea siempre estuvo abierto, siempre funcionó. Cuando nosotros lo agarramos estaba muy deteriorado, pero no llegó a cerrar.-¿Por qué te acercaste al segmento de Bares Notables?-Siempre me gustaron los bares y recuperar cosas viejas. De chico restauraba bicicletas, las compraba destruidas y las ponía en valor. Después seguí con los autos y en un momento me puse a recuperar bares, que es de lo que vivo. Son los bares de cuando yo era chico, los tradicionales, con las mesas de madera, la ventana de guillotina, el café de la esquina, el mozo con el saco blanco: los bares a los que yo iba con mi papá. Hoy son Bares Notables, que se fueron preservando. Muchas veces, y por muchos años, las reformas los hacían pomada, pero a partir de la Ley de los Bares Notables se empezó a tener en cuenta y a respetar su conservación.-¿Qué te apasiona de ellos?-Que tienen mucha identidad, el tiempo los va llenando de historias, de gente que los va visitando.Son referentes del barrio, tienen un ángel y una onda distinta, son bares históricos.-¿Cómo es que trabajás en ellos desde chico?-Empecé cuando tenía 19 años con mi papá, con el primer bar que compramos, El Hipopótamo. Con él comencé en un bar de barrio, frente al Parque Lezama, al que le habían hecho una pseudo-reforma y nosotros de a poco lo fuimos llevando a lo original. Ahí yo trabajaba de mozo, con saco blanco y botones plateados. Así arranqué.-¿Qué aprendiste trabajando con tu papá?-Cuando empezamos en el bar yo no sabía nada, aprendí todo de él, en esa esquina de Brasil y Defensa. Hacer café, llevar la bandeja, trabajar en la barra, cargar una heladera, hacer un tostado. Al poco tiempo de comprar El Hipopótamo, mi viejo se muere, lamentablemente se fue joven, y seguimos mi hermano y yo.-¿Cuándo entrás en el negocio de El Federal?-Hace 23 años, en 2002, en plena crisis del país, era un bar que estaba muy deteriorado. Lo habían publicado porque vendían las instalaciones, las mesas, las sillas; leo el aviso, me llama la atención, voy a verlo, y descubro que si bien estaba muy caído era un lugar emblemático de San Telmo, con un mobiliario maravilloso adentro. Pensé que era una locura desarmarlo. El dueño del fondo de comercio era una persona bastante difícil para negociar, tardamos varios meses en hacer un contrato, hasta que lo pudimos adquirir; lo compramos con mi tío, que no es gastronómico. No tenía casi cocina. Estaba para desaparecer. Empecé a ponerlo en valor, a recuperarlo, y finalmente lo abrimos.-¿Cuál es el diferencial que ofrecen?-Primero que es un lugar antiguo, que te lleva a décadas atrás, pero también tiene la propuesta gastronómica: una cosa tiene que ir de la mano de la otra. Nosotros un poco fuimos pioneros en tener bares recuperados -con toda la nostalgia- que tengan buenos productos. O sea que la gracia de estar en un lugar así, donde las mesas tienen más de 100 años, es que las tocás y sentís la historia a la vez que te tomás una buena cerveza, con un sándwich excelente.-En 2002 lo reconocieron como Bar Notable, ¿cómo fue eso?-Los bares notables son declarados por una ley, la 35, que es del año '98. La crea la Legislatura de la Ciudad para que todo aquel que cumpla con una serie de características pueda serlo. El bar tiene que tener determinada edad y ser representativo del barrio, mantener dentro de lo posible su arquitectura original y ser referente, tiene que ser un punto de reunión. En su momento, cuando salió la ley, el proyecto no le interesó al dueño. Entonces, cuando nosotros lo agarramos y lo pusimos en valor, lo presentamos en la comisión, y por supuesto, fue aceptado.-¿Cómo se mantiene vigente El Federal?-Se mantiene vigente no solo por la historia del lugar, por su ambientación, sino también porque brinda un producto que gusta y un servicio que tratamos de mejorar día a día. Puede estar muy lindo todo, pero si te sentás y no tenés un buen vermouth, o una buena picada, vas una vez para conocerlo y no volvés. O sea, es un combo de tradición, gastronomía y atención. Yo creo que se convierte en un bar emblemático a través del tiempo y de hacer las cosas bien.-¿Qué dirías que hay que probar?-La propuesta gastronómica está enfocada en las picadas, hay de distintos tamaños. Las tortillas: otro hit, de los más vendidos. Y tenemos algunos platos: pastas caseras, carnes. Una cerveza de elaboración propia, de estilo belga; también un vermouth que producimos acá. Se vende mucha sidra tirada, que la hacemos nosotros. Y los panes son caseros.-¿Por la alianza con el frigorífico Cárdenas se convirtieron en especialistas en fiambres y picadas?-Somos clientes hace cuarenta y pico de años, desde la época de mi papá. El producto estrella de ellos es nuestro producto estrella también, que es el jamón crudo. Por eso, para festejar los 160 años de El Federal y los 60 del frigorífico, pusimos una máquina Berkel antigua en la vereda y le convidamos a todo el mundo tapitas de jamón y vermouth.-¿Cómo se logra la combinación entre sabor y patrimonio?-La oferta gastronómica debe estar al nivel del patrimonio. Tenés un montón de historia, en un lugar que está detenido en el tiempo: cuando entrás te fascina. Y todo va acompañado de un producto de calidad, para que sea una linda experiencia.
Este martes, en el pequeño estadio de Sandygate Road, el Hallam FC derrotó 2-1 al Sheffield FC (no confundir con el United o el Wednesday de la misma ciudad) para alcanzar las semifinales de la Senior Cup del condado de Hallamshire, en el norte de Inglaterra. Futbolísticamente hablando, la noticia puede parecer irrelevante, no sólo en la Argentina, incluso en su propio país. En definitiva, hablamos de clubes aficionados: el Sheffield FC juega en octava división, en la Northern Premier League East; y el Hallam FC en la novena, en la Northern Counties East League. Sin embargo, el respeto a la tradición es una de las peculiaridades que distinguen al fútbol británico, y el enfrentamiento entre estos dos equipos, que al militar en diferentes categorías no se daba de manera oficial desde 2012, es pura tradición. La razón es muy sencilla: en 1860, Sheffield y Hallam disputaron el que la FIFA considera primer partido entre clubes en la historia del fútbol. O dicho de otro modo, estos son los protagonistas del clásico más antiguo del mundo, lo que explica el tamaño de la expectativa. Mil quinientos espectadores, casi el doble de la capacidad de las gradas, asistieron al encuentro, lo que obligó a muchos a mirar el partido de pie detrás de los carteles publicitarios; el fervor de la gente fue una constante durante los 90 minutos, y el seguimiento de los medios, muy superior al habitual en esas categorías.Lógicamente, y más allá de los festejos lógicos de los hinchas del Hallam por el triunfo y la amargura de los del Sheffield por la eliminación, en este caso para el resto del mundo el pasado es mucho más importante que el presente. Resulta entonces imprescindible retroceder 164 años en el tiempo. O tal vez un poco más. Hasta 1857, el incipiente juego que ya no era rugby y acabaría derivando en el fútbol actual se desarrollaba en los patios de las universidades y los colegios británicos de clase alta con códigos diferentes acordados en cada claustro escolar (tal como puede apreciarse en Un juego de caballeros, la miniserie que puede verse en Netflix). Pero el 24 de octubre de aquel año, dos visionarios de la ciudad de Sheffield, el comerciante de vinos William Prest y el abogado Nathaniel Creswick, decidieron formar un club. Su objetivo inicial era mantener en forma física durante el invierno a los integrantes del equipo de cricket del condado, pero la consecuencia fue la creación de la primera institución dedicada específicamente a jugar al fútbol. El nombre elegido fue poco original: Sheffield FC.No fue la única iniciativa de Prest y Creswick. A partir de 1858 comenzaron a elaborar un conjunto de leyes que recibirían el nombre de Reglas de Sheffield y pasaron a la posteridad como el primer esbozo para determinar cómo sería el fútbol en el futuro. Y dos años más tarde, cansados de que los miembros del club jugaran entre sí partidos de solteros contra casados, comerciantes contra profesionales o repartidos según las letras iniciales de los apellidos, convencieron a los jugadores de cricket de Hallam a que fundaran su propio club de fútbol, como para tener un oponente en la zona. Como era de esperar, los hombres del Hallam aprendieron las normas de juego creadas por sus rivales, y acordaron disputar un partido contra quienes habían sido sus impulsores. Un anuncio aparecido el 22 de diciembre de 1860 en el periódico Sheffield Independent avisó de la novedad: cuatro días después, para celebrar el Boxing Day, el Sheffield FC y el Hallam and Stumperlowe Club se enfrentarían en el Sandygate Cricket Ground, el mismo escenario donde se jugó el encuentro de esta semana y que el Libro Guinness reconoce como el estadio más antiguo del mundo dedicado al fútbol. La crónica la publicó el Sheffield Daily Telegraph el 28 de diciembre. Dio cuenta de la victoria por 2-0 del equipo capitaneado por Creswick y de los "generosos aplausos" brindados por la multitud que llenó las gradas. Por entonces, las Reglas de Sheffield estaban casi más cerca del rugby que del fútbol actual. Ya incorporaban referencias iniciales a los tiros libres, los saques de meta, de banda o el inicial desde el centro de la cancha, y por eso aquel duelo iniciático pasó a denominarse el Derby de las Reglas. Pero, por ejemplo, no indicaban el número de integrantes de los equipos, y así el Hallam disputó el encuentro con 20 futbolistas y el Sheffield con 16. Como en el potrero o la calle, tampoco existía el travesaño para delimitar la altura de los arcos, y se permitía atrapar la pelota con la mano si venía por el aire. Eso sí, después había que bajarla y jugarla con el pie.La ciudad que fue sede de una pujante industria siderúrgica y que en los años 80 atravesaría dos hechos traumáticos -la reconversión industrial que originó una profunda crisis laboral magníficamente retratada en la película Full Monty, y en 1989 la tragedia de Hillsborough, en la que fallecieron 97 hinchas del Liverpool-, continuó siendo pionera en otros ítems futbolísticos. Ahí se disputó en 1867 la Copa Youdan, el primer torneo de fútbol del que se tiene noticia, ganado por el Hallam en la final contra Norfolk Park. Y en 1878 tuvo lugar un hecho sin precedentes: un partido jugado con iluminación artificial. Ocurrió en el estadio de Bramall Lane y asistieron unas 20.000 personas.Hasta 1877, el Sheffield FC se convertiría en un motor clave para la evolución del nuevo deporte, efectuando enmiendas a las reglas originales y agregando nuevos artículos a unas Reglas que, con el tiempo, fueron ganando en precisión y novedades. Por ejemplo, se permitió jugar con la cabeza para reemplazar el uso de las manos (una variante que sería característica primordial del fútbol inglés durante más de un siglo), se incorporaron el travesaño, los corners, el árbitro, el cambio de campo al acabar el primer tiempo, y quedó establecido que los equipos debían ser de once jugadores. Las normas fueron expandiéndose por toda Inglaterra y conformaron las bases para la creación del reglamento de la Football Association (FA), la federación creada en Londres que hasta la actualidad rige el fútbol inglés. De hecho, ambos códigos convivieron durante 15 años, hasta que la gente de Sheffield aceptó unir los dos reglamentos.Apenas una década más tarde, el fútbol inglés tomó el camino de la profesionalización. Sin embargo, algunos clubes prefirieron seguir siendo amateurs. El Sheffield FC y el Hallam FC fueron dos de esas entidades. La decisión los condenó casi al anonimato. Sus nombres no resuenan en los oídos de los hinchas ni los resultados de sus partidos ocupan grandes titulares. Salvo cuando les toca enfrentarse entre sí de manera oficial. Como ocurrió esta semana, en una nueva versión del Derby de las Reglas, una tradición nacida hace nada menos que 164 años, cuando el fútbol recién empezaba a gatear.
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